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Diez formas de arreglar el intercambio idiomático

(Texto original de Alex Rawlangs, disponible en http://rawlangs.com/2015/04/20/ten-ways-to-fix-your-language-exchange/. Agradecemos al autor por su permiso para traducir).

El intercambio de idiomas es una forma realmente popular de practicar tus idiomas. Es gratis, divertido y una gran forma de conocer a alguien que comparte tu pasión para aprender lenguas.

No obstante a veces hay un pero. Aunque muchos intercambios idiomáticos comienzan bien, pueden derivar rápidamente en algunos problemas. Si no los preparas o planificas, el intercambio podría llegar a un fin muy prematuro. Experiencias negativas como estas pueden ser difíciles de superar y pueden alejarte de los progresos en el futuro.

Sin embargo, cuando los intercambios idiomáticos funcionan, pueden ser geniales. Así, la próxima vez que inicies uno, recuerda estos diez problemas que podrías tener e intenta un plan alrededor de ellos.

  1. Exceso de correcciones

No es una falta de tu compañero, pero cada vez que ellos escuchan un error en su bella lengua materna es como una daga clavada en su corazón. Como un instinto su dedo índice te apuntará y te ladrarán la corrección en un abrir y cerrar de ojos. Tú estás agradecido por su ayuda, pero luego comienza a molestar. Y uno está preocupado de lo que uno hace al ritmo del compañero.

Pero lo más preocupante es que no te lleva a alguna parte. Tu sabes que en el presente cometes muchos más errores de lo que piensas, pero no has trabajo en ello o que lo causa para detenerlos. En vez de eso, has comenzado a dudar de ti mismo cada vez más y pierdes el entusiasmo para comenzar a hablar.

Debes ver tus errores constructivamente. Debes identificar los patrones y trabajar en aquella falencia gramatical que la causa. En vez que te corrijan cada vez que hables, pídele a tu compañero que escribo todo en un papel. Así al final podrás estudiarlo y trabajar en cómo detenerlo.

  1. Sin intereses en común

Tú escogiste un compañero porque parecían tener mucho en común. Te gustan los idiomas, les gustan los idiomas. Estás aprendiendo su lenguaje, están aprendiendo tu lenguaje. Por supuesto que es una coincidencia hecha en el cielo, ¿correcto?

Bueno, en realidad los idiomas se tratan de comunicación. Si tomas un compañero de idiomas del cual no tienes nada que comunicar, estás algo pegado. Si has aprendido algo de esta experiencia, una conversación forzada es incómoda en cualquier idioma. Un profesor profesional puede tener la experiencia y la habilidad para superar este problema, pero las probabilidades que tu compañero de idiomas las tenga no. Intenta averiguar lo que más puedas antes de comenzar tus encuentros, y piensa sobre qué preguntas te gustaría preguntarles y sobre qué te gustaría conversar. Así comenzarás las reuniones lleno de energía, ideas y motivación.

  1. Demasiado vocabulario

vocabulario

Los nativo-parlantes saben muchas palabras. Pueden usarlas para decir exactamente lo que desean, cuando lo desean y cómo lo quieren. Recuerda, ellos tienen muchos más años que tú de aprendizaje y las probabilidades dirán que siempre será así. Así, cuando preguntes a tu compañero nativo cómo decir algo, ellos tomarán su tiempo para pensarlo y luego de darán cuatro o cinco formas de decirlo. Todas serán ligeramente diferentes y con una increíble cantidad de palabras y expresiones que nunca has escuchado. ¿El resultado? Quedarás mareado por la alternativa, ¡abrumado con el descubrimiento que incluso hay más palabras que no has aprendido y cuestionándote si verdaderamente serás capaz de aprender el idioma!

El estudiante de idiomas tiene diferentes metas a los nativos parlantes. El parlante nativo busca expresarse de la forma más precisa y articulada posible, pero la mayoría de los estudiantes de idiomas desea solamente expresarse. Matices y expresiones son geniales, pero sólo cuando tienes la costumbre. Los nativo parlantes pueden dejar la vara muy alta, pero para poder correr necesitarás primero caminar.

Tener demasiado vocabulario puede dejarte confundido e inseguro de cual usar, el cual mi amigo Michal Grzeskowiak llamó “El Síndrome del León” cuando habla sobre este problema en los Talleres de Políglotas en Polonia en febrero pasado.

  1. No hay suficiente estructura

Todos tenemos diferentes necesidades cuando aprendemos un nuevo idioma. Tal vez tengas algo específico, o tal vez lo haces solamente por diversión. Pero sin importar tus motivos y cualquiera sea tu meta, hay una cosa que todos necesitan para hacer el aprendizaje exitoso: la necesidad de sentir que estás haciendo progresos.

Esta es la clave entre un intercambio idiomático y un curso de idiomas. Un curso de idiomas es un set prestablecido de lecciones que tomarás en un número de semanas o meses. Ingresas con una meta clara: alcanzar el nivel más alto en ese tiempo. El profesor diseña las clases para testearlas, mejorar y practicar cada una de los cosas que necesitas para alcanzar el próximo nivel del curso, asegurándote que nada quedará sin cubrir. Todo sigue una estructura lógica y un orden.

Pero los intercambios idiomáticos a veces carecen de un comienzo y fin claros. Como es gratuito puede verse como ilimitado, ya que no hay nada que haga sentir tu tiempo escaso y valioso. Ninguno de los dos piensa mucho o planea qué les gustaría abarcar cuando se juntan. Esto puede funcionar al principio, pero si te quedas preguntando, ¿De qué deberíamos conversar hoy?, esto podría ser una muralla. Esto puede ser desalentador y dejarte con una sensación de haber tocado techo.

  1. Desequilibrio entre los idiomas

desequilibro

Los intercambios tratan de reciprocidad. Ambos compañeros deben compartir y aprender en un monto similar. En orden de recibir, deberás entregar, y esto no es tan obvio como parece a primera vista. Si un compañero percibe que está recibiendo menos de lo que entrega, esto puede terminar súbitamente el buen trabajo que han hecho juntos.

Para que los intercambios funcionen de la mejor forma, lo ideal es que ambos posean un nivel similar en sus idiomas. Si uno puede chatear felizmente por una hora y media mientras que el otro apenas puede decir: “¿Cómo estás?”, entonces tienes un problema. Tener una conversación con el idioma objetivo con la parte más débil será más difícil que con la parte más avezada. Podrías terminar usando más tiempo en la contraparte débil o alternativamente podrías evitarlo, ¡lo que convertiría el intercambio más en clases conversacionales gratuitas para el estudiante avanzado! Ninguno de los dos es un buen resultado.

Encontrar alguien cerca con un nivel similar al tuyo puede ser difícil, especialmente si no vives en un área con muchos extranjeros. Aquí puede ayudar internet. Hay cientos de miles de personas para elegir en grupos de Facebook y grupos de intercambio como iTalki y SharedTalk.

  1. Confías excesivamente en el intercambio idiomático

Un intercambio idiomático puede ser una magnífica forma de complementar los estudios. Pero si no eres cuidadoso, podrían dominarte por completo. La conveniencia de tener un nativo parlante disponible para responder preguntas y tener retroalimentación puede alejarte de los libros. Es muy fácil pensar que por hablar a un nativo por treinta minutos o una hora a la semana harás suficiente para tener progresos, pero la realidad es muy diferente.

Siempre ve el intercambio de idiomas como algo de apoyo y de planeación del aprendizaje. Piensa en oraciones que te gustaría formar, y temas de los que te gustaría discutir. Prepáralos y ponlos a prueba con tu compañero de intercambio, no esperes que el otro lo haga por ti. De esta forma los ejercicios serán mucho más pensados, que lo hará para todos mucho más memorable.

  1. Hablar a un nativo parlante es INTIMIDANTE

intimidante

Especialmente si saben su idioma muy bien, hablar a un nativo parlante puede ser intimidante. Cuando hablamos en otro idioma, no siempre estamos en control de la impresiones que hacemos o los tonos o expresiones que usamos. Cometer muchos errores también puede hacerte ver tonto, y generalmente te deja en una posición vulnerable. Como resultado, no es sorprendente que muchas personas se traban cuando intentan tener una conversación con un nativo parlante.

El trabajo del profesor profesional es superar este peldaño y animarte a hablar incondicionalmente. Como parte de su formación docente, se han enfocado fuertemente en este aspecto. Desafortunadamente no todos los compañeros de intercambio idiomático estarán capacitados para tratar esto, aunque es muy probable que los más experimentados ya lo hayan encontrado. Si no estás seguro, deja algunas reglas sobre cuando ser corregido, en qué tipo de correcciones te gustaría enfocarte y el tipo de mejoras idiomáticas que esperas del intercambio.

  1. Realizar actividades para que las cosas funcionen

Si comienzas a confiar demasiado en el intercambio como fuente de conocimiento, otras cosas podrán comenzar a fallar. Aprender un idioma se trata de repetir, para que tu cerebro recuerde deberás repetir cosas una y otra vez, encontrando nuevas palabras una vez más en diferentes contextos y usarlas para ti mismo en diferentes contextos. Es por eso que los profesores dan cuidadosas tareas para la casa, para darte una hora o más de exposición fuera del tiempo de la clase, para que tengas todo fresco y accesible todo lo que acabas de aprender para el próximo encuentro.

Tú deberías aprender de las conversaciones de tus reuniones, páginas de nuevo vocabulario, pero si no lo haces entonces se desvanecerán. Dependerá de ti pensar en tareas y designar ejercicios y tareas para mantener fresco todo lo aprendido. Podrías intentar escribir ensayos cortos de tópicos que hayas discutido, o incluso grabarte hablando de un tema particular durante tres a cinco minutos. Esto te asegurará que pondrás en el tapete todas las palabras aprendidas, y mostrará cuáles son tus reales falencias, basándote en cuán fácilmente te puedes expresar. Pregúntale a tu compañero de idiomas si no le importaría corregir todo para ti, ¡si tiene tiempo!

  1. No existe una fuerte motivación para estar ahí

Los intercambios de idioma son acuerdos basados generalmente en la buena voluntad. Dos personas se ayudan mutuamente. Tú das algo, y tú obtienes algo. A veces esto funciona cuando los dos están comprometidos, y se pueden lograr grandes cosas juntos. Pero en otros casos no es suficiente.

En mucho de los intercambios de idiomas que he estado rápidamente se quedan sin energía. A veces nos pilla la vida y como no tienes nada que perder, ni lo piensas cuando cancelas o reagendas una reunión. Pero esto enlentece tu progreso, aleja tu motivación y tiene un costo en tu aprendizaje. Si estás pagando a alguien con tu aprendizaje del idioma –sin importar el monto– ambos tomarán una aproximación diferente. Harás más que un esfuerzo para tomar las lecciones, y tu compañero se asegurará que esté prontamente disponible y usará el tiempo para ayudarte de la mejor forma posible. Es lo mismo que pagar por una membresía de un gimnasio cuando puedes correr por un parque gratuitamente, muchos de nosotros necesitamos ese pequeño extra para lograr lo que nos fijamos.

  1. Quedándose sin energía

Cuando vas a las reuniones con una ligera sensación de cómo pasará el tiempo, es un muy buen signo que te estás quedando sin fuerzas. Ya obtuviste lo que podías obtener de este trato, y ahora parece que se arrastra.

Esto es algo que no solamente ocurre con un compañero de intercambio de idiomas, sino también con un profesor. Siempre habrá una cierta cantidad de influencia que podrás hacer en el otro y una vez que lo logres no hay mucho sentido en continuar. Pero si lo sabes desde el principio entonces podrás hacer que las cosas continúen funcionando. Deja en claro que deseas hacer esto por un período fijo de tiempo: dos reuniones, cinco reuniones o incluso diez reuniones pero probablemente no más. El elemento de escasez del tiempo dará la sensación que es más valioso, y ambos se esforzarán más. Cuando eventualmente agoten las actividades que ofrecer al otro, ya lo habrán calculado y no se equivocarán en ello por perder el entusiasmo en tu idioma. ¡Simplemente da las gracias y continúa a la próxima etapa!

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El cardenal Giuseppe Gasparo Mezzofanti, llegó a dominar casi 38 idiomas y entender muchos más, antes de internet, la radio y televisión. Un prodigio de los idiomas.